El caso Aldo Moro by Leonardo Sciascia

El caso Aldo Moro by Leonardo Sciascia

autor:Leonardo Sciascia [Sciascia, Leonardo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Política
editor: ePubLibre
publicado: 1978-01-01T00:00:00+00:00


Il popolo, diario de la Democracia Cristiana, publica la carta «por un deber de información» y por «un indestructible respeto» hacia el Moro de antes. En el Moro actual el periódico encuentra atenuantes para las culpas de desamor hacia el Estado y reproches al partido en el hecho de que se encuentra «en la más profunda oscuridad» y en condiciones de «grave constricción».

Es el 25 de abril, día en que se celebra la liberación del nazifascismo. La marea retórica asciende. La Resistencia ante el nazifascismo, un valor tan indestructible como el respeto de la Democracia Cristiana hacia Aldo Moro, es invocada y transpuesta como resistencia a negociar para salvarle a Moro la vida. Lo malo del caso es que esa Resistencia es también un valor indestructible para las Brigadas Rojas: ellos creen ser sus hijos, y creen que la continúan o la renuevan. Nadie les explicó que no se había tratado de una evolución abandonada a mitad del camino con la reserva de reemprenderla en momentos más convenientes, sino de un regreso: el regreso a la Italia prefascista —y con la paradoja de una continuidad jurídica respecto a la Italia fascista— en la cual, como fuese, tanteando, improvisando, se irían teniendo en cuenta las ideas, los hechos, los asuntos nuevos y mejores que, mientras tanto, corrían por el mundo.

En la sede central de la Democracia Cristiana, en la romana piazza del Gesù, se distribuye entre los periodistas un documento que ya tuve ocasión de definir, por cómo me pareció y me parece, como monstruoso. Alrededor de cincuenta personas, «amigos de antigua fecha» del honorable Moro, aseguran solemnemente que aquel hombre que redacta las cartas a Zaccagnini, que pide que lo liberen de la «cárcel del pueblo» y esgrime argumentos acerca de con qué medios hacerlo, no es el mismo hombre del que durante largo tiempo fueron amigos, del que se sintieron próximos por «comunidad de formación cultural, de espiritualidad cristiana y de visión política». «No es el hombre que conocemos, con esa visión espiritual, política y jurídica que inspiró su contribución al texto mismo de la Constitución republicana.»

Es cosa sabida de qué manera en Italia, y, especialmente, entre los intelectuales, se consiguen las adhesiones para los manifiestos y declaraciones de protesta cívica: a menudo por teléfono, indicando sumariamente el contenido. Y, distraídamente, confiando en la comunidad de ideas u opiniones con quien solicita la adhesión, ésta se otorga: como para quitarse de encima una molestia reiterada. Puede ser, por lo tanto, que con igual distracción alguien se haya asociado a esta declaración sobre Moro (un Moro, por decirlo a la manera de Pirandello, «uno y dos»). Mas no se debía obrar así. No se trataba de una protesta cívica o civil, sino, más bien, de un incivil protesto. Como el protesto de un documento. A Moro le protestan la letra de cambio de aquel que creían que fuese. O, mejor aún: de aquel que querían que fuese.

Entre los firmantes del protesto llaman la atención un ilustre filólogo y un no menos ilustre exegeta de san Agustín, cardenal este último por añadidura.



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